Abrazo a la muerte como parte de la vida

Hace un mes y medio mi doctor me informó que el cáncer de mama había vuelto en forma de metástasis. Éste no se puede operar y hoy por hoy no existe cura, solamente un tratamiento para frenarlo, y la media de esperanza de vida son cinco años.

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Por algún motivo que desconozco estas palabras no me causaron miedo, tristeza, enfado o cualquier otra emoción negativa, si no una profunda aceptación de lo inevitable, y mucha paz.

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Si hay alguna certeza es que todos, un día u otro, enfermaremos y moriremos. A la enfermedad no la temo, ya es una conocida y la muerte siempre ha sido algo natural para mí, un hecho tan real como la vida; de hecho, siempre la he sentido como parte de la vida y no como el final de ella. Así que, en estos momentos, cuando las personas se sorprenden de verme tan animada les contesto con la misma frase como si fuera mi mantra actual: “no temo a la enfermedad ni a la muerte, a lo único que temo es a la frialdad de corazón”. En cierta manera me siento afortunada de saber que me queda un tiempo limitado de vida porque así podré exprimirla y cualquier acontecimiento cobrará un especial sentido. Además, sé que tengo un tiempo para prepararme y dejar todo en orden, despedirme con tranquilidad y hacer las paces con situaciones o personas, así que me siento agradecida de que la vida me haya dado esta oportunidad de irme con consciencia.

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Es un momento de estar con los seres queridos y también para estar conmigo misma, momento en el que urge conectar con la trascendencia porque si no es así, la muerte se convierte en un final, un oscuro vacío que podría causar terror, y por algún motivo presiento que no es así. Anhelo momentos de soledad y silencio para poder conectar con el alma, desde ahí no existe la frialdad de corazón que tanto temo; no existe un TU y un YO separados, ni un bien y un mal, solamente corazones sin barreras ni corazas latiendo al unísono, ya que si el amor habita en el corazón, el alma lo hace en el amor. 

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Y no se trata del amor romántico, si no de lo que yo llamo el amor universal, que más que un sentimiento es un estado en el que apagar la mente y simplemente ser. Desde este estado no existe el miedo ya que desde el alma todo está bien tal y como es.

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Virginia Casanovas